Cómo ayudarte

Tú a ti mism@. Desde el primer momento, cuando entras en la responsabilidad y el presente del «daño». Ahí hay una inquietud, una vibración, una energía, porque eres tú quien sabe, a veces sólo falta que te pares, falta que te des el permiso para estar y sentir, ya que la «información» ya la traes a nivel celular y tu cuerpo-mente-espíritu lo saben.

¿Por qué este dolor?, ¿y esta lumbalgia?; me duele el cuello, noto rigidez. ¿A quién llevo en mi espalda?, ¿Qué tiene que ver mi dolor de pecho con esto que he vivido o no he vivido?, no puedo respirar, no puedo llorar… ¿y este esguince de repetición?…

El masaje y el toque terapéutico (a veces profundo y rítmico, otras fascial, suave, rápido o lento, en el alma o en el cuerpo y siempre energético) sirven ahí de llave para abrir puertas y canales cerrados que nos alejan de la salud y la esencia de quienes somos.
El masaje puede ser utilizado para la relajación general del sistema músculo-fascial-esquelético, así como también ser orientado a áreas de problemas locales, facilita el intercambio de fluidos y mejora la expulsión de desechos musculares. El efecto de bombeo alcanzado con el masaje es esencial para restablecer el sistema nervioso central vegetativo (S.N.C.V.), siendo desde ese dolor donde nos encontramos con el placer de sentirnos y ver.

A través de la psicoterapia Somatic Experiencing, puedes ir de «a poquitos» renegociando con tu sistema generando «nuevas carreteras neuronales» en pro de esa fijación que se quedó en dicho sistema.